domingo, 2 de febrero de 2014

Continuación Capítulo 5 (2)



Entraron en el comedor donde siempre se reunían todos los cursos del colegio a desayunar a las 7 de la mañana, comer a la 1 de la tarde, merendar a las 6 y cenar a las 9.

Hoy era un día especial. No comerían en el colegio debido a la excursión programada al museo nacional de Edimburgo. Allí verían y estudiarían cuadros impresionistas y modernos, esculturas de los mismos pintores impresionistas y modernos, borradores sobre pinturas y esculturas de los mismos pintores y escultores impresionistas y modernos. Pero, en especial, estudiarían las obras de un autor, Henry Fuseli. Es decir, otro día más, tedioso y aburrido. Lo único que lo salvaba de ser un día tan monótono como el resto del año era el hecho de salir de los cuatro muros de siempre, que a veces tanto les asfixiaba, y de huir de las cientos de hectáreas de campo interminable que las rodeaba.

A todas les hacía ilusión las canciones del trayecto en autobús, aunque la mayoría fueran canciones religiosas. Sin embargo, confiaban en que el Sr. Brewster, el conductor, las salvaría con alguna que otra canción divertida. La comida en el parque nacional sobre el césped y la visión de niños de su misma edad, que no llevaran faldas todo el tiempo y que les fuera permitido decir tacos, por el mero hecho de ser chicos, jugar al fútbol y tener sangre en los labios a causa de las caídas en el juego, era algo que verdaderamente entusiasmaba a las alumnas.

- Sí, esto es muy emocionante -decía Gertrud, que tanto echaba de menos a sus siete hermanos varones. De ahí su carácter rudo y demasiado rebelde en ocasiones-. Pero, hemos de hacer algo para que sea mucho más emocionante aún, Anna.

- Gertrud, no me líes que ya bastante la he montado esta mañana -dijo Anna-.

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